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AVENTURAS 203
y que se eleva al Noroeste del lago, de manera que el lado
del triángulo cortará el Ngami oblicuamente.
—Pues bien — replicó Everest—, si el punto de mira
existe, ¿dónde está la dificultad ?
—En la distancia que hay desde el Scorzef hasta ese
pico — contestó Mateo Strux.
—¡ Y qué distancia es ésa? — preguntó el coronel,
—Lo menos ciento veinte millas.
—Nuestros anteojos la alcanzarán.
—Pero habrá que colocar un fanal en la cima de ese
pico.
—Se pondrá.
—Habrá que llevarlo.
—Se llevará.
—Y, mientras tanto, defenderse de los makololos —
añadió el bushman.
—Nos defenderemos,
—Señores — replicó el cazador—, estoy a sus órdenes,
y haré lo que me ordenen ustedes.
Con estas palabras del desinteresado cazador terminó
aquella conferencia de la cual había dependido el resul-
tado de la operación científica. Los sabios, íntimamente
unidos por un mismo pensamiento, y decididos a sacri-
icarse si fuera preciso, salieron de la casamata y fueron
a observar el país que se extendía al norte del lago.
Mateo Strux les enseñó el pico que había escogido. Era
el del Volquiria, especie de cono, apenas visible a causa
de la distancia. Elevábase a una gran altura, y a pesar de
hallarse tan remoto, podría divisarse un buen fanal eléc-
trico por medio de los anteojos provistos de oculares de
aumento. Pero era necesario llevar dicho reverbero «+ más
de cien millas del Scorzef y subirlo a la cumbre del mon-