AVENTURAS 41
se dirigía al Nordeste y se perdía a 300 millas más allá en
las regiones arboladas de la república del Transvaal.
El 5 de febrero fué cuando a las primeras horas de la
mañana, y lloviendo mucho, el Queen and Tzar llegó a la
estación de Klaarwater, aldea hotentote, cerca de la cual el
Kuruman entra en el Orange. No queriendo el coronel
Everest perder un solo instante, dejó atrás rápidamente
las chozas buchmanas que constituyen el lugarejo, y al
impulso de la hélice, la chalupa comenzó a subir por la
corriente del nuevo río, que era muy rápida, circunstan-
cia debida, según lo observaron los pasajeros del Queen
and Tzar, a una particularidad singular. El Kuruman,
que es muy ancho en su origen, disminuye, al descender,
en caudal bajo la influencia de los rayos solares; pero
crecido en aquella estación por las lluvias y aumentado
por las aguas de otro afluente, el Moschona, era profundo
y rápido. Se activaron los fuegos, y la chalupa subió por
el Kuruman a razón de tres millas por hora.
Durante la travesía, el bushman señaló en las aguas
del río la presencia de bastantes hipopótamos. Aquellos
grandes paquidermos, que los holandeses del Cabo lla-
man vacas marinas, gruesos y pesados, de 8 a 10 pies de
longitud, eran poco agresivos. Les espantaba el ruido del
vapor y el paleteo de la hélice.
La embarcación debía parecerles un monstruo nuevo
del cual debían desconfiar, y hubiera dado cuenta de ellos
si hubiesen osado acercarse con el arsenal de a bordo. Sir
Juan hubiera ensayado muy a gusto sus balas explosivas
en aquellas masas carnosas; pero el bushman le aseguró
que no faltarían hipopótamos en las corrientes del Norte,
y el inglés resolvió aguardar ocasión más favorable.
Las 150 millas que sevaraban la desembocadura del