Full text: Aventuras de tres rusos y de tres ingleses en el África Austral

AVENTURAS 97 
ellos. El trozo de peña negra donde habían chocado se 
movía y se agitaba en medio del torbellino. 
Lo que habían tomado por roca era un monstruoso hi- 
popótamo, arrastrado por la corriente hasta el islote, y 
que no se atrevía a aventurarse por el rápido para llegar 
a una o á otra orilla. Al sentir el choque de la embarca- 
ción levantó la cabeza y, sacudiéndola horizontalmente, 
miró en torno suyo con sus ojuelos estupefactos. El enor- 
me paquideríñio, con diez pies de talla, piel dura, parda y 
desprovista de pelo, que enseñaba unos incisivos superio- 
rés y caninos muy desarrollados, arremetió al punto al 
bote, mordiéndolo con furor y amenazando destrozarlo. 
Pero sir Juan Murray estaba allí. No le abandonó su 
sangre fría, y apuntando con calma al animal le hirió cer- 
ya de la oreja. El hipopótamo no soltó su presa y sacudió 
el bote cual un perro a una liebre. El rifle, cargado en se- 
guida, hirió de nuevo al animal en la cabeza. El tiro fué 
mortal ; aquella mole carnosa se sumergió inmediatamen- 
te después de haber impelido, en un esfuerzo de agonía, 
la canoa lejos del islote. 
Antes que los pasajeros hubieran podido reponerse, 
la embarcación, tomada al sesgo, girando como una peon- 
za, recobraba oblicuamente la dirección del rápido. Un 
recodo brusco del río, algunos centenares de yardas más 
abajo, quebraba allí la corriente del Nosub. El bote, arras- 
trado allí en veinte segundos, fué detenido por un violen- 
to choque, y los pasajeros, sanos y salvos, saltaron a la pla- 
ya, después de haber sido arrastrados dos pa más aba- 
jo de su punto de embarque. 
AVENTURAS. —7
	        
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