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164 EL DINERO DE LOS OTROS
»Dos horas después, la cocinera tes del tiempo fijado estaba pronta,
y la doncella eran despedidas. » Ya se habían marchado la coci-
»En cuanto a mí, el sobrino que nera y la doncella.
ido cuidar de mi por- »El hombre que me trató con tan-
venir, me puso una moneda de ta crueldad me estaba esperando,
veinte francos en la mano, y me y me ayudó a sacar fuera, al ca-
dijo: mino, mi
jas y mis maletas
y
»— ¡Aquí tienes ocho días de sa- » Hecho esto, cerró los balcones,
lario; haz en seguida un lío con tu y luego la puerta con dos vueltas
ropa y márchate!...» de llave y guardó ésta en el bolsillo.
Era muy difícil y hasta imposi-— »En aquel momento pasó el óm-
ble que la señorita Luciana no se nibus americano, que se detuvo a
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sintiera hondamente conmovida al una seña suya, y antes de montar
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remover de aquella manera las ce- me dijo, en tono de burla :
nizas de su pasado. »— ¡Buena suerte, hermosa!
Y, no obstante, apenas si en al.- » Aquel díe
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gunos momentos se podía notar una brero de 46
liger 1 AMneración en su voz. »Acababa de cumplir trece años.
» Despues ni pa ado po UPISIS
pa Vanlo (
mular el int más terribles, y me he encontrado
producian aquellas conlidencias in- en trances más desesperados ; pero
esperadas y hasta qué punto le tur- jamás he experimentado un des-
baban. aliento semejante al que se aj
¿No volvió usted a ver a su de mí cuando me vi sola en
bi 1 l ! ) ( l y] 1h ) d r di
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Inul ViVe €l l 10 es- ) día era frío v n 1blado
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crito, y 1 carl lo sin ) rubes preñadas de ni
consi l b1 n tocar las cimas desho-
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ta ella? Ssupon ue no. de | úl le la Avenida.
le dice que no me ha olvi- vez en ( ido veía pasar
uno que otro transeunte.
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alguna de las sensacione . 4 | lí; y aun
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bía experimentado ntras habla- ci 1 ya olvían to-
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) esta manera brutal me »Sentía vagamente que, contra
arrojar Cl mi protectora. sus buenos designios, mi pobre
lOs h1 , | lo com- binh y me habia n
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prendo, y, pol parte, no he de 1-
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sabido suplica inca a nadie. seria ) DO:
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