uo
—
A A
e DAI
A TA AAA
»
“
88 EL DINERO DE
reaparecieron en París el mayor de
los hermanos Jottras y el señor Cos-
teclar.
XVI!
El regreso de los bravos a quie-
nes se les designó con el significati-
o vocablo de franco-huidor, consti-
tuyó un espectáculo por demás cu-
rioso.
No estaban a la sazón tan engreí-
dos como se mostraron en adelante.
En medio de un pueblo donde
palpitaba
tio, vivían inquietos ; pero tenían el
buen gusto de disculpar su ausen-
cia con diferentes pretextos.
r . aq.
A M1 Me mMpId1e
k
n aún las emociones del si-
'on volver—
ller.—Fuí a
idad a mi mu-
jer y a mi hija, y cuando traté de
regresar, buenas noches; los pru-
sianos habían cerrado las puertas.
Durante más de ocho días anduve
nm
decía el barón de Tha
2,9 dejar en segur
errando en los alrededi
buscando una oportunidad que me
permitiese penetrar en la población
y lejos de conseguirlo, logré que me
tomasen por espía, que me detuvie-
sen y que estuviese a punto de ser
fusilado.
-Yo preví los acontecimientos—
declaró el señor Costeclar.— Sabía
qu ; r donde se necesita-
, 1 1) . ' ( Fan ,
rían hombres para ar los
ejércitos de socorro, y frecer
mis servicios al gobierno de la de-
fensa. Todo Burdeos me ha visto
C tas de montar 3 espuelas, dis-
puesto a marchar ss donde hicie-
Se 1a
Y, en su consecuencia, solicitaba
una condecoración y no desespera
ba de alcanzarla merced a la i
fluencia de sus relaciones financie-
LOS OTROS
Pulano la ha obtenido—repli-
caba a las objeciones que le hacían.
Y citaba a muchos, cuyos hechos
de armas consistían en haberse pa-
seado por cualquier parte, llevando
galones hasta en las espaldas.
—Yo merezco. esa recompenza
mejor que nadie—sostenía el menor
de los hermanos Jottras ; - - puesto
que he prestado grandes servicios.
Y refería que después de recorrer
toda Inglaterra en busca de armas,
se embarcó para Nueva York, en
de fu-
siles y cartuchos y hasta baterías
que expidió a Francia.
Según él, este último viaje suyo
había sido pródigo en sufrimientos,
pero no lo lamentaba, porque le
proporcionó la oportunidad de es-
tudiar de cerca las costumbres fi-
nancieras de Norte América, y vol-
vía con ideas bastantes para hacer
la fortuna de tres o cuatro compa-
ñías que dis : eran de un capital
de veinte millones
donde adquirió cargamentos
Anl esos yanquis—exclama-
sos son hombres que entien-
den de negocios. Junto a ellos, nos-
otros estamos en pañales.
Todas estas noticias llegaban a la
calle de Saint-Gilles por conducto
del abogado Chapelain, de los Des=
clavet tes * y SE 11 viejo Desormeaux.
También llegaban nuevas de Más
ximo, :'uyo batallón h: ido li=
cenciado, y que en espera de mejo-
res tiempos, estaba de a ixiliar con
200 francos mensuales en el ferro-
carril de Orleáns.
Mientras tanto, Favoral ni veía
ni oía lo que pasaba a su alrededor,
Su trabaj le absorbía 'ompleta-
rente, Salía de casa más tempra-
volvía más tarde y ni comía ni
DIA
Decía a sus amigos
que 108 nego