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AP A . AS
NIÑAS DESAPARECIDAS 105
mediatamente la detención de Fu-sing. No se
preocupen de las responsabilidades a que diera
lugar esta detención: yo las asumo todas. ¿Ha
llegado mi ayudante ?
En este mismo momento—le contestaron.
—Encarguen al médico, que reconozca a la
niña, que diagnostique por escrito con todo de-
talle... Dentro de unos momentos llegarán cin-
co detenidos; que queden incomunicados...
Haga el favor de decirle a mi ayudante que se:
ponga en el aparato.—Y tras unos momentos
de espera: —¿Eres tú?... Oye: voy a ver si
encuentro quien me traduzca unos párrafos es-
eritos en chino y, en seguida, me largo a des-
cansar unas horas. Encarga al inspector de
guardia que mañana por la mañana, cuando
llegue el Jefe de Policía, le diga que a las once
en punto estaré en su despacho... ¿Qué dices?
¿Que no tiene importancia lo de la caja?...
¿Por qué?—Estuvo escuchando unos instan-
tes para terminar sonriendo :-—eres un ganso...
Adiós.
«El Noy» nunca perdía el humor. Acababa,
de decirle por teléfono, a su jefe, que la apa-
rición de la niña en la caja, carecía de impor-