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116 VALENTÍN R. GONZALEZ (BELISARIO)
representación, en los fakires de la India. Las
razas humanas irrumpieron de Oriente a Occi-
dente. El progreso de las cosas—agricultura,
industria y comercio—fué legado por Oriente
a los pueblos fenicios y griegos que, en la vieja
trayectoria de Este a Oeste, lo hicieron llegar
hasta el límite de España y Francia. ¡po
los adelantos que se importaron hasta Poitiers
desde Africa, en la invasión sarracena, no fue-
ron otra cosa que la repercusión de Asia en el
noreste africano, al salvar el obstáculo del ist-
mo de Suez. Toda la historia, en fin, en sus
diferentes manifestaciones, tiene por cuna las
extensiones asiáticas.
Pero se produce el fenómeno. Los pueblos
de Occidente aceptan y aprovechan los bene-
ficios que llegan del Este; los mejoran en be-
neficio propio pero detienen la trayectoria en el
cabo Finisterre; captan y no emiten; aceptan
pero no reintegran. Incluso los pueblos ame-
ricanos, como rafificac ión del anterior aserto,
han tenido que formarse en las aventuras de
dos naciones: Colón, por parte de España,
irradia el poder de su patria en toda la América
Central y del Sur; Inglaterra, por su parte,
coloca sus raíces en el Norte hasta que, el po-
mn mo