NIÑAS DESAPARECIDAS 131
quizás así le desaparezca a usted ese mal hu-
mor...
-No; prefiero ir a un teatro o a un espec-
táculo cualquiera; necesito entretenerme...
Fueron a un teatro del popular Paralelo, en
el que se representaba una revista de moda. An-
tes de terminarse el primer acto, Pedro Sán-
chez no pudo resistir más y abandonaron el tea-
tro, Se internaron por los barrios bajos. En una
taberna de ínfima categoría y ante el asombro
de su ayudante, se bebió de un sorbo una copa
de coñac. Pedro Sánchez no bebía nunca ; ¿qué
le ocurriría al inspector? En otro bar repitió la
libación.
—¿Qué le ocurre a usted?... No beba más.
—¡ Déjame!
A la tercera copa de coñac se le soltó la len-
gua, charlando de forma incongruente y tarta-
mudeando:
—Que asco de vida... Oye, pequeño: ¿qué
harías tú si dieses una palabra de honor?...
—Pues, cumplirla.
—¡ Claro!... Yo también la he cumplido,
pero... ¿no crees tú que tampoco hay que faltar
al deber en atención a una palabra de honor?