NIÑAS DESAPARECIDAS 187
Lacea ha puesto a mi disposición veinticinco
mil pesetas para entregárselas a la hija de Fu-
sing. ¿Qué te parece si le dijéramos a Loto
que hemos encontrado esa cantidad sobre el
cadáver de su padre? Así evitaríamos que la
chiquilla se sintiera humillada... ¿Qué te pa-
rece?
«El Noy» exclamó con suficiencia:
-¡Que merece usted ser mi padre!
—¡Ah!...
Se acercaron a la puerta de la casa. En una
de las ventanas—marco encuadrado por las
plantas trepadoras—apareció el rostro de la
virgencita de Oriente. Y el bello exoticismo
de aquella cabecita morena entre las enredade-
ras del jardín, recordó a los policías un carmen
español, entre cuyas rosas, magnolias y azuce-
nas, se aclimatara, por arte de magia, una flor
de loto, perfumada y bella.