Full text: Niñas desaparecidas

18 VALENTÍN R. GONZÁLEZ (BELISARIO) 
agosto. Por la ventana semiabierta se colaba 
el perfume de las plantas trepadoras. De pron- 
to, el repiqueteo del timbre del teléfono—co- 
locado en la mesita de noche—cortó como por 
encanto un «do» sostenido del inspector. Des- 
perezóse éste, malhumorado. 
Diga... Diga... ¿Pedro Sánchez?: soy 
yo... ¿Que me llama el Jefe de Policía?... Dí- 
gale que antes de media hora estaré en su des- 
pacho... Adiós. 
Saltó de la cama. El pijama azul y rojo—un 
pijama que había producido la hilaridad de 
«El Noy»—le daba a Pedro Sánchez aspecto 
de payaso. Era curioso observar la torpeza y 
el mal gusto de este hombre para todo aquello 
en que no interviniera el cerebro o el corazón, 
Su ama de llaves, en atención a Pedro Sán- 
chez, a quien tuteaba por haber sido su ama 
de cría, quiso enmendar el mal gusto del ins- 
pector. Empezó por perderle, adrede, media 
docena de camisetas a cuadros amarillos y ver- 
des. ¡Pobre mujer!; el día que esto sucedió, 
Pedro Sánchez casi la echa de la casa. Desde 
entonces la buena Mercedes no se preocupa de 
la ropa interior de Pedro Sánchez ; se consuela 
únicamente con reirse, de acuerdo con «El
	        
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