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NIÑAS DESAPARECIDAS 31
asunto con todo el entusiasmo que siempre le
caracterizó.
En la puerta de la Dirección General le
esperaba «El Noy» impaciente, deseando sa-
ber la razón de aquella matinal llamada tele-
fónica.
—¿ Importante ?—preguntó.
-¡ Importante !
—¿Hay trabajo para mí?
—En abundancia.
—¿Cuándo empezamos a trabajar?
—Al instante.
—¿Adónde vamos?
—AÁ pasear.
—;¡ Cuerno!
—¡Ah!; las cosas hay que tomarlas con
calma... Dime: ¿qué harías tú si te robaran
a tu hija?
—¡ Pero si yo no tengo ninguna hija!
—51 la tuvieras.
—Pues si la tuviera... si la tuviera... Y us-
ted, ¿qué haría?
-Consultar contigo.
—Pues consultémonos.
Habían llegado a la calle de Alcalá esquina
a Recoletos. Unos chiquillos jugueteaban en