48 VALENTÍN R. GONZÁLEZ (BELISARIO)
Mientras «El Noy»—conocedor de todos los
rincones de Madrid-—usaba de su ingenio para
llevar a cabo la orden dada por su principal,
éste, Pedro Sánchez, recorría en coche todos
los domicilios en los que vivían los padres de
las niñas desaparecidas. Habló con ellos, en-
terándose de las costumbres de las chiquillas
e indagando toda clase de detalles.
A las nueve de la noche cenó en Molineros,
tomó café en un automático y, despacito, des-
pacito como hombre sin preocupaciones, mar-
chó a pie hasta su casa del barrio de Salaman-
ca; leyó unas páginas de su autor predilecto
y, a los pocos momentos, tendióse en la cama.
Cuando las campanas del reloj de la cercana
iglesia daban las diez y media, Pedro Sánehez,
con rostro de tranquilidad y hartura, emitió el
primero de sus ronquidos: un «re» bemol po-
tente y mantenido.
a