XIV
O hubo modo de convencerla. Bien es verdad
N que él tampoco se esforzó mucho en ello, en
parte por el miedo de contradecirla—¡era tan expues-
to llevarle la contrarial—, y otra parte también por-
que la actitud incomprensiva de Maruja, consecuen-
cla lógica del desconocimiento de su estado, hacía
difícil, como él ya había previsto, cualquier razona-
miento en tema tan vidrioso. ¡Si al menos se hu-
biera duejado de algún malestar físico!...: dolores de
cabeza; neuralgias, pequenos desarreglos funciona-
les, debilidad, insomnios, cualquier cosa material y
sensible que pudiera servir de pretexto para utili.
zarlo como punto de apoyo; pero la muchacha ju-
raba y sostenía que en este aspecto se encontraba
muy bien. Y a una persona que se encuentra “muy
bien”, ¿cómo se la persuade de su equivocación?
¿Qué se le dice? Debes ver a un médico, porque
te gustan demasiado los pepinillos en vinagre; O
bien: es necesario que te pongas en cura porque
tienes un poco relajado el sentido moral... Y esto,
TIRA