Full text: Sinvergüenzas

había estado con ella muy galante, lleno de aten- 
ciones y delicadezas, solícito y cariñoso, pero sin 
due en ningún momento dejase traslucir un arreba- 
to de ternura, un arranque sentimental, un impulso 
amoroso que ennobleciera con un rasgo de espiri- 
tualidad y de idealismo la torpe vulgaridad de la 
aventura. Alora que no tenía remedio, era cuando 
la infeliz se daba cuenta de lo desairado de su si- 
tuación. Don Periquito la había tomado como a 
una mujercita de la calle en un capricho suelto, 
efímero y casual. ¿Cuál sería después de este acae- 
cimiento bochornoso la actitud due adoptaría con 
ella? ¿De qué modo la consideraría en adelante? 
¿Hasta qué punto esta incalificable ligereza podía 
comprometerla para lo sucesivo? ¿Qué trascenden- 
cia debía atribuirle? ¿Debía conceptuarlo en reali 
dad una aventura aislada, un simple capricho cir- 
cunstancial y pasajero, o era por el contrario el 
comienzo obli 
gado, inevitable de algo serio, decisi- 
vO y formal? De todas sus preocupaciones, la que 
más la inquietaba era la tremenda desorientación de 
no saber a qué atenerse. 
Porque esto era lo grave, lo más grave. Tratá- 
rase de otro, de un galanteador cualquiera con 
quien hubiese tropezado en uno de esos encuentros 
fortuitos que organiza la casualidad, y por bochor- 
nosa que al juzgarla en frío considerase ahora la 
falta, por avergonzada due estuviese de ella, en úl. 
timo término, con no volverle a ver asunto concluí- 
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