Full text: Sinvergüenzas

contaron después en la Casa de Socorro, porque el 
pobre Román no se enteró de nada. El sólo se dió 
cuenta del estrépito del golpe, un dolor agudísimo 
en los ojos y una humedad caliente que le corría 
por la cara. Como no veía, creyó que se había que- 
dado ciego, y la impresión fué tan enorme, due se 
desvaneció. Cuando recobró el sentido, oyó una 
VOZ reposada y serena que le decía: 
—No se preocupe usted, que no ha sido absolu- 
tamente nada. Pudo ser cosa muy grave, pero afor- 
tunadamente no ha pasado del susto. En el mo- 
mento del golpe usted, por instinto, debió cerrar 
los ojos, y gracias a ello los cristales sólo han heri- 
do los párpados y algunos arañado la córnea, pero 
sin llegar al iris. Las pupilas están del todo indem- 
nes. No hubo siquiera hipoma. Dentro de tres días 
se hallará usted curado y en disposición de salir a 
la calle y dedicarse a sus ocupaciones. 
—¡Pero si no veo nada, doctor! 
—Naturalmente, como que está usted vendado 
para evitar la fotofobia. 
—Y además me duele mucho. 
—Sí, son dolores ciliares que irán cediendo poco 
a poco. No se preocupe, 
—Doctor, por lo que más quiera no me engane 
usted. Dígame la verdad. 
—Le doy a usted mi palabra de médico y de 
hombre. 
Y para acabar de tranquilizarle le refirió lo suce- 
e
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.