nerle muy sin cuidado. Muy sin cuidado. Cosas grandes; cosas
peligrosas por lo grandes. Anoche, cuando le obligué a usted
a que se callase, se estaba usted metiendo en una cosa muy
grave.
—Es inútil que pretenda usted asustarme——eplicó Ricardo,
pero molesto por aquella fría e inflexible mirada.
—Si fuese usted un hombre sensato se asustaría, abuelo—
advirtió Roussencq—. Aun aquí mismo, a la vista de todas
esas ventanas; porque usted sabe de dónde venimos mi ami-
go y yo. No lo oculto. Venimos de Cayena, del presidio. Es-
cúcheme y una vez que se haya enterado, se estará usted en
casita tan tranquilo, sin molestarme a mí ni a mi amigo.
El pequeño francés bosquejó la vida en la Colonia peniten-
ciaria de Guyana, de aquel infierno de los trópicos. Unas ve»
ces trabajaban desnudos, limpiando los caminos, otras con cha=
gueta y pantalones de lona remaban en las barcazas. Por la
noche les encerraban por grupos en grandes calabozos, con gri-
llos en los pies, encadenados. Algunos lograban sacar los pies
de las argollas, otros abrían la cerradura con un clavo. Con
latas de sardinas, un poco de aceite y una torcida, hacían un
farolillo, salían a relucir los naipes y se armaba una partida
de cartas. Todos tenían dinero. Estaba prohibido, pero todos
lo tenían escondido donde nadie podía dar con él. Inconce-
bible, pero así era.
No había vigilante que se atreviera a entrar en aquellos cuar-
teles una vez echado el candado, para pasar la noche. Las lu-
ces prohibidas alumbraban; el dinero prohibido se ganaba y
perdía, y una vez transcurridas aquellas once horas de horror
y abominación, no era raro, al abrir la puerta, encontrar a Un
recluso apuñalado, ahorcado, machacado, hecho pedazos.
No se dormía; todos estaban a dos dedos de la locura, vícti-
mas de nerviosos paroxismos, roídos por mórbidas ilusiones y
como castigo pasar seis meses, un año, hasta dos, encerrados en
las mazmorras de la isla de San José, medio a oscuras de día,
en tinieblas durante la noche, sin una silla donde sentarse, una
estera para tumbarse ni una manta con que cubrirse. Un cubo
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