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'Empezaron por trocar casi imperceptibles
senas.
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Luego se encontraron un día en la calle.
Otro día oyeron juntos misa en la parror
quia inmediata.
A doña Inés, en el fervor del rezo, hubo de
caérsele el libro de oraciones.
Recogiólo apresuradamente Vasco, y lo
puso sonriente en sus manos.
Cuando, llegada la noche, fué doña Inés a
hacer sus oraciones y abrió el libro para ha-
cerlas, sorprendióla el leve ruido de un obje-
to que caía al suelo.
Inclinóse para ver lo que era y vió con
sorpresa que era un billete.
Recogiólo y lo guardó en su seno.
Pensaba leerlo después de terminadas sus
“oraciones.
Mas ¿quién reza teniendo en el seno un
billete que indudablemente debía hablar de
amor ?
Inútiles fueron sus esfuerzos.
En vano esforzaba la voz; los labios pro-.