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En la bahía de Santa Elena descansaron
los expedicionarios, recopilando al propio
tiempo las observaciones que aquella nave:
gación de tres meses les había sugerido,
Encamináronse luego al cabo de Buena
¿speranza, a Imirándose de no encontrar tor-
mentas contra cuyos embates luchar, y
transponiendo aquel temido límite, fueron a
fondear sesenta leguas más allá en la misma
costa africana.
Mas desde aquel punto comenzaron las di-
ficultades. A
Las tempestades, las corrientes, los días de
aterradora calma, todo parecía conjurarse
contra la empresa que los portugueses aco-
metían.
A pesar de tantas y tan terribles contrarie-
dades, siguieron con verdadera constancia
una dilatada costa que llamaron de Natal,
y lograron al fin anclar en una bahía que
titularon de los Reyes, por haber sido el 6
Enero de 1498 el día en que en ella se detu-
vieron,