Full text: La marquesa dolorosa

pa 
—A Argelia, a vuestro país. ¿No sentís no 
poder seguirlas ? 
No, amigo, puesto que he levantado el vuelo 
con vos hacia vuestra patria, que, ún me decís, 
es tan bella... y donde se goza de libertad... de 
libertad para vivir y para amar... 
En esta respuesta había una delicada poesía 
digna de los poetas orientales. 
Eso—-continuó Djalma—es el porvenir... las 
horas futuras... ¡Ojalá me hagan olvidar las horas 
pretéritas, la vergiienza que he tenido que soportar 
en el hogar infame del infame Arudch! 
Y mirando a Paulino con inquietud, interrogó; 
Amigo, ¿olvidaréis vos esas horas? 
Olvidadlas vos, Djalma. Para mí vuestra vida 
es nueva; empieza en el momento en que reco- 
brasteis la libertad. Todo lo que pasó antes, cuando 
érais esclava y estabais obligada a obedecer, debe 
ser borrado... y yo lo borro. 
Cogió en sus brazos a la hermosa odalisca, y 
depositó en sus labios un largo beso, 
Hasta esta noche...—dijo,—aquí.... 
Sí, hasta esta noche, amigo... ¡y para siempre) 
¡El corazón de Djalma se ha entregado! ¡No cam- 
biará! 
vI 
EL MARINERO 
Alguien había oído la conversación de Paulino 
y Djalma. 
El joven de pelo rubio, que, desde su encuen- 
tro con la Garde, manifestaba tan extraño interés 
por él Se había embarcado, con los demás 
prisioneros, en el bergantín con rumbo a España. 
A bordo se mantenía siempre alejado de sus 
antiguos compañeros de cadena. Esta particulari- 
dad le había chocado al barón, sin que, por lo 
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A
	        
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