Full text: La marquesa dolorosa

gada de esa furia de quien tan prendado estáis... 
¡Para que se sacrifique uno por los príncipes! 
El rey de Francia no le escuchaba. 
Empujando con más fuerza la puerta la abrió 
lo bastante para introducir todo el brazo; luego 
asomó la mitad del cuerpo y la cara, siempre 
y risueña. 
Este atropello le parecía una broma muy diver- 
tida y de exquisito gusto; y seguía empujando la 
puerta, sin violencia, pero inexorablemente, cada 
vez con más fuerza. 
Viendo que su resistencia era inútil, Jacoba co- 
rrió al otro extremo de la habitación, y, con voz 
baja, entrecortada, escupió su desprecio a la re- 
gla faz. 
¡Sois un caballero felón, un rey cobarde y 
miserable, puesto que empleáis tales medios para 
apoderaros de una mujer sin defensa! Pero sabedlo, 
prefiero la muerte a sufrir una vez más vuestros 
ultrajes. 
Francisco 1 avanzó un paso, diciendo: 
—¡Vamos, amiga mía, calmaos! 
—¡Si dais un paso más me atravieso el corazón 
con esta dagal—declaró enérgicamente la mar- 
quesa extendiendo el brazo. á 
La oscuridad en la habitación era casi completa. 
o Sólo un pálido rayo de luna que entraba por la 
ventana proyectaba un poco de claridad sobre la 
trágica escena. 
Los interlocutores de aquel terrible diálogo no 
se veían sino como dos sombras gesticulantes, 
pero Francisco 1 pudo percibir, brillando en la 
mano de Jacoba, la hoja de su linda arma. 
La lucha parecía encender los deseos del rey, 
Ágil y fuerte, se precipitó sobre la marquesa, y, 
antes de que ésta pudiera hacer un movimiento ni 
bajar su arma, le cogió la muñeca € hizo caer 
la daga. 
ARA 
Jacoba quiso recogerla, pero dos brazos ner- 
viosos la entrelazaron, y el grito que intentó lanzar 
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El
	        
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