Full text: La marquesa dolorosa

tamaño de un huevo cayó de lo alto del árbol 
y le dió en la cabeza. 
Jacobo se desplomó, aturdido, lanzando un grito 
que hizo correr a su lado a doña Preciosa. 
Ésta se inclinó sobre su servidor, el cual sólo 
tenía una ligera contusión en la frente, y volvía 
ya en sí. 
El criado enseñó el puño a su invisible agre- 
sor, quien, con una voz de carraca, pronunció iróni- 
camente esta palabra: 
¡ Adichate! 
Lo que en el dialecto meridional significa: 
«¡Andad con Dios!» 
—¡Andad con Dios! ¡Andad con Dios!l—refun- 
fuñó Jacobo.—¡Y tú, anda con el diablo! 
—¿Y quién te dice que yo no soy el diablo 
en persona? 
—|¡Pues entonces déjate ver, demonio, con tus 
cuernos, tus pies de cabra, y tu tenedor, y ven 
a pelear conmigo! 
Otra piedra fué la única respuesta que obtuvo 
esta vez el servidor de Preciosa. 
Su furor, entonces, no tuvo límites. 
Emprendió la ascensión al árbol. Proyecto pre- 
suntuoso, al que pronto hubo de renunciar a causa 
de su vientre, harto pesado, y de sus brazos, 
demasiado cortos... 
Encima de él, su invisible adversario se di- 
vertía prodigiosamente. 
—¡Ánimol ¡amigo míol—gritaba su voz de 
falsete.—¡Ese antojo de subir te cuadra como a 
un santo un par de pistolas! ¡Estás tan a gusto 
como pez entre pajal ¡Ánimo! ¡Ánimo, señor 
gruñón! Si subes te daré un pienso de avena... 
Y otras bromas por el estilo que hicieron asomar 
Una sonrisa a los labios de doña Preciosa, 
Porque la joven acababa de ver, por entre las 
hojas del árbol, al personaje que intrigaba y 
Cxasperaba al mismo tiempo a Jacobo, 
Era un enano, a horcajadas en una rama. 
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