Los griegos son todos buenos pirotécnicos.
Este fuego ardería en agua helada, capitán, os
respondo de ello. ¡Y para apagarlo se necesitaría
ser el diablo!
"endrás cinco ducados.
ispensad, Excelencia, —dijo el pirotécnico
»riego.—Los ingredientes que compré anteayer en
Santander para preparar este fuego griego me
» costaron cinco ducados precisamente. Para no des-
pertar sospechas, tuve que adquirir, en pequeñas
cantidades y en distintas tiendas, la pez, la goma,
el betún, la nafta y el azufre... . Por esta razón
todo me importó el doble.
Aquí tienes diez ducados, Kótides.
Gracias, Excelencia, —articuló el griego guar-
dándose en el bolsillo el dinero del conquistador,
— Resulta un placer trabajar para vos.
— ¿Cuándo estará listo?
-Ya lo está.
Había encerrado su mezcla en un saco de lona,
y a la sazón rodeaba este saco de una envoltura
”-
de cáñamo seco.
Vaya, —dijo,—ya puedo arrojar el fuego griego,
—Ven,—repuso Balboa.—Síguenos, Núñez, y da
la orden de avanzar tal como convinimos esta
mañana.
e Mientras Kótides seguía al conquistador, llevando
su máquina infernal, que a la sazón afectaba la
SN. forma de un enorme disco, algo semejante a
una libreta, la carabela se estremecía de la quilla
a los obenques, y echaba a andar muy despacio.
, Con una marcha lenta y calculada, evolucionó
en la oscuridad.
De este modo pasó, ligera, silenciosa, sin que
su presencia fuese sospechada, junto a los pri-
X meros buques de la armada.
4 Balboa y Kótides, acompañados de Núñez, que
se había reunido con ellos, permanecían a popa.
El pirotécnico tenía en la mario su máquina
infernal, dispuesto a arrojarla cuando se lo orde-
nara Balboa.
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