Pronto el alma sombría de la camarista encon-
tró un nuevo objeto de odio: María Luisa, la
rival preferida.
A la sazón hasta sentía una especie de piedad
hacia la marquesa, cuya vida había truncado. Y
a cada instante le daba pruebas de su adhesión y
su solicitud.
Jacoba, triste y aislada en su castillo, privada
de todo afecto tierno y confiado, apreciaba cada
vez más a Catalina. Lo mismo que ella, la don-
cella amaba y añoraba las playas y las brisas de
la isla de Ré... Estaban unidas por recuerdos
comunes.
Uno de estos recuerdos, dulce y cruel a la vez,
É evocaba sin cesar en sus conversaciones el nombre
de Santos. No lo pronunciaban... pero estaba allí...
y a Jacoba le parecía que Catalina Huchet era
algo de aquel caro y doloroso pasado.
Así, pues, Grain-de-Cassis, la infiel e ingrata
doncella, era para la marquesa una especie de
A
confidente, casi una amiga...
Jacoba debía ser cruelmente castigada de nuevo
mes s .
Li por esta confianza.
Seis años transcurrieron de esta suerte, lentos
y sombríos, en el castillo de Puyanne.
En Sablonceause, Felipe crecía al lado de la
bondadosa Berta... Pero el pobrecillo desconocía
todo lo que constituye la alegría y la felicidad de
los niños: la ternura protectora de un padre... los
besos de una madre...
XV
EL ÁGUILA Y LA CURRUCA
En los comienzos del año 1517, la reina Claudia
de Francia padeció una grave enfermedad de
consunción. La salud de la pobre reina, tan
desheredada desde el punto de vista físico, siempre
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