Full text: Los amores de Francisco I.° y de la Gioconda

-—¡No viéne!... 
De repente se conmovió, y su atención se recon 
centró en un punto que observaba con obstinación 
bravía. 
Allá abajo, una luz, perforando la nube, aca 
baba de brillar al extremo opuesto de la gar: 
ganta del valle de Andorra. 
La luz avanzaba, balanceándose, como lleva 
por un peatón en marcha. 
El hombre aproximó un silbato de plata a su 
labios y lanzó una modulación aguda, que atri 
vesó como una flecha siniestra el quejumbroso 
clamor del huracán. 
Un sonido análogo le respondió a lo lejos. 
—|Por finl—murmuró el hombre. 
Y con paso nervioso fué al encuentro del que 
venía, 
La distancia quedó pronto acortada. j 
Cuando ambos estuvieron al alcance de la voz, 
preguntó al que traía la linterna: 
—| Bartolomé! ¿eres tú? 
Una voz contestó: 
—Yo soy, señor. 
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«LAS NOTICIAS QUE TRAIGO...» 
: 4 
UÉ hay?-—preguntó, cuando estuvieron ju 
¿ tos, el que había sido nombrado «señor» 
—¡Vienes tarde! 
—Sólo algunas horas. 
—Estoy esperando desde esta mañana... ¿Traes 
la contestación ? 
—Sí, señor duque. 
—Dámela en seguida. 
¡Tomó con viva impaciencia un pliego 
que le entregó su mensajero. 
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