Full text: Los amores de Francisco I.° y de la Gioconda

f 
) 1 
) a” 
pe Pm su A po pe 
. e e 
4 
de Didier se desbocó como loco, llevándose a mi 
- Compañero sin que pudiese contenerle. 
¿Y no le pasó nada a Didier?—dijo Mérovic. 
-——Nada, mi teniente. Sólo que al cabo de al- 
gunos minutos de carrera cayó muerto su caballo 
también. 
| Esto es extraordinario!—dijo Robur. 
Señor vizconde, es algo peor: el caballo del 
señor barón de la Garde también cayó como 
herido por un rayo. 
E -¿Y el señor la Garde? 
-=Poco le ha pasado: según me han dicho sólo 
se hizo un pequeño magullamiento. 
. —Es decir, tres caballos muertos misteriosa- 
nente... 
—| Cuatro, señor!-—dijo una: voz. 
El escudero de Robur apareció en aquel mo- 
mento. 
—¿Qué dices, Beauvais ? 
-—Que vuestra yegua «Golondrina» se acaba de 
Morir. 
—|0h! ¡pobrecilla compañera mía!...—exclamó 
Robur emocionado. 
-—|Es una cosa fatal!l-—-murmuró Borgoña, mien- 
ras salía Beauvais. 
No, —dijo el vizconde.—¡Esto es un complot 
iminal!... Pero supongo que no habrás recorrido 
- Solamente ese trayecto para darme estas noticias. 
En efecto, monseñor. Venía a daros una orden 
Que se me ha transmitido: que vayáis lo más 
«e prisa que podáis al castillo de Embalire con 
los mulos y sus cargas. El almirante Bonnivet 
Y el barón han tenido que aceptar allí la hospi- 
talidad, pero el almirante no estará tranquilo 
asta que no tenga los cofres con él. 
—¿Ha sido el mismo almirante quien te ha 
«dado la orden?—preguntó Robur. 
-_—No, me la dió de parte suya el conde de 
Embalire.
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.