Full text: Los amores de Francisco I.° y de la Gioconda

PIDA 
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A pesar de su valentía, sentía aprensión. 
El Ladrón de Corazones nunca rehusó atacar 
un enemigo cara a cara, en pleno día... Por el 
contrario, esto le agradaba. 
Pero aquí, en este lúgubre castillo, donde todo 
adquiría un tinte espectral de muerte y de crimen, 
experimentaba un no sé qué de indescriptible temor, 
que no era miedo... sino el miedo de tener miedo. 
El héroe de Marignan estaba profundamente 
- turbado. 
y Le rondaba el misterio... Se sentía rodeado de 
“peligros imprevistos, cercado por enemigos ocul- 
tos e invisibles. 
¿No resultaría débil e impotente él solo contra 
varios que suponía atrevidos, determinados y re- 
Sueltos ? 
Ya sabía que Bonnivet estaba fuera de com 
ate para venir en su auxilio. 
Este castillo aislado y maldito era un campo 
de batalla muy ventajoso para sus adversarios. 
¿Pero quiénes eran esos adversarios? ¿Cuántos 
an, dónde estaban, y qué querían? ¿Por qué 
_Embalire, a quien no conocía, le atrajo al lazo? 
Pues respecto a éste no cabía ninguna duda... 
Además, ¿por qué razón la castellana se había 
declarado su aliada? 
Todos estos pensamientos bullían en el cerebro 
e Paulino, como preguntas que le era imposible 
Tesolver, 
-, Se acercó a la ventana, para dirigir una mirada 
hacia fuera. 
SS Daba sobre la fachada del castillo que miraba 
al jardín. 
Abajo distinguía, al claror espectral de la luna, 
cruz gris de la capilla recubierta por las 
yedras. 
Al pie del cuerpo de edificio que él ocupaba 
abía un montón de escombros. 
¿Podría huir por allí? 
¡Imposiblel Había más de veinte pies de pro- 
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