Full text: Los amores de Francisco I.° y de la Gioconda

En cuanto al Ladrón de Corazones y Tormes, 
parecían estarse dando un asalto en una sala de 
armas, con la diferencia de que las estocadas iban 
dirigidas con encarnizamiento, y se cruzaban ame- 
nazas entre los golpes. 
El almirante, de una ojéada se dió cuenta de 
todo, y auxilió a Didier, dando un tajo a Bar- 
tolomé en un brazo, que le dejó fuera de com- 
bate. 
Villarreal acababa de caer bajo el furioso im- 
pulso que Bonnivet dió al combate. La caída 
fué tan fuerte que le dejó aturdido y casi sin 
conocimiento. 
Se oyó una terrible blasfemia. Medina de Tormes 
había recibido de Paulino un puntazo que le tocó 
el lado derecho del pecho. 
Se bamboleó, e instintivamente emprendió la 
retirada hacia la puerta, sin cesar de cruzar su 
acero con el barón, que le acosaba. 
La partida resultaba desigual. 
Bartolomé imitó el movimiento del duque, y 
salió con él, cubriéndole con sus paradas. 
XX 
LOS COFRES DE LAS JOYAS 
E habitación donde se desarrolló el anterior com- 
bate estaba precedida de otras dos, amplias 
y a continuación una de otra... 
Tormes y Bartolomé tenían, pues, algunos pasos 
de espacio donde maniobrar. 
De repente, Medina, seguido por su cómplice, 
franqueando la primera puerta que había que- 
dado abierta, alargó el brazo y apoyó la mano 
contra una parte del quicio. 
Inmediatamente, un rastrillo formado por fuer- 
tes barrotes de hierro cayó con gran estrépito de 
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