Full text: Los amores de Francisco I.° y de la Gioconda

Yo he sido, en efecto, señor, el que los ha 
matado. Eran enemigos vuestros... Pertenecían 
a un tal señor de Varangeville... 
- —¡Varangeville!—exclamó el rey. —¡Ah! ¡es Va- 
-rangeville!... 
Después de un largo silencio continuó: 
¡Bah! le perdono. Nada le ocurrirá por esto, 
y recomiendo que nada se diga acerca de este 
lar ance. 
-|Eso es ser indulgente!-—pensaron Robur de 
Mnudrey y el conde de “Roche noire. 
- En cuanto al capitán Ladrón de Corazones, se 
limitó a sonreir: pues él sabía... y Mérovic 
también... 
— ¡ Eb, vizconde de Vaudrey!l—preguntó el rey, 
—¿cómo diablos estabais acurrucado en ese árbol 
Momo si fueseis una ardilla ? 
-—Señor, por pura casualidad... Me gusta pasear 
A solas, y como estaba libre de servicio salí 
cn DA 
0 
“dar un pequeño paseo por el campo. 
“—Iríais buscando alguna ruina, pues ya sé que 
-SO1s poeta... 
—No lo niego, señor, pero esto es debido única- 
Mente a la casualidad.. 
 —Sólo que en vez de vuestra lira de siete cuer- 
das habéis traído el arco, que no tiene más que 
UNA... 
—O0Íí algunas palabras de la conversación que 
Mantenían esos bribones. Comprendí en seguida 
10 que intentaban, y entonces... 
ye —Ha sido una suerte para mí que Apolo os 
aya inspirado la idea de cazar las rimas con 
Vuestras flechas. Quizá haya sido Cupido el que 
€ haya inspirado la idea, ¿verdad, Ladrón de 
“Orazones ? 
—Sí, nuestro amigo Vaudrey es un devoto fer- 
=Viente de Venus desde hace AE tiempo, -dijo 
el Ladrón de Corazones con una sonrisa de inteli- 
pp Sncia.
	        
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