10 a Jr eo E
Alzó el aldabón, y dió tres golpes.
La puerta se abrió en seguida.
Francisco saludó, divertido, a los dos caballeros,
y entró.
La Garde y Lescun, al quedarse solos, se miraron
como dos idiotas, sin atreverse a reir...
"| Ese era el tercer ladrón!—dijo Paulino.
10
EL MARIDO
A M querido capitán, —dijo el mariscal Lescun,
3 —vamos a seguir el consejo del rey... Vá-
monos, no sea que nos dé un reuma o una pul-
- monía...
—Sí, tenemos encogido el corazón: ¡es imútil
llamar en su auxilio al cerebro!...
—En suma: que Su Majestad ha tomado el
asunto por la parte alegre..,
—Hagamos lo que él, y no seamos más realistas
que el rey.
No; seamos filósofos,-—dijo el mariscal.
—Otras conquistas nos desquitarán de ésta.
Y pasando su brazo bajo el de Paulino, el maris-
Cal le empujó hacia adelante.
—¿Adónde vamos ?—preguntó el Ladrón de Cora-
zones.
—Os voy a llevar a alguna hostería de las que
hay en los Terreaux, y allí comeremos tripas a la
lyonesa, rociadas con buen vino de Beaujolais.
—|Vaya por la hostería!
= —Sé de una que está admirablemente servida;
allí estuve el año pasado con Bonnivet... ¡A
Propósito, ahora podéis contarme algo de vuestro
Viaje a Andorra; según dicen tuvisteis allí algu-
Mas aventuras de cuidado!...
"——Es cierto. El almirante y yo caímos en un
lazo que nos tendió el duque Medina de Tormes...
303