Full text: Los amores de Francisco I.° y de la Gioconda

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Alzó el aldabón, y dió tres golpes. 
La puerta se abrió en seguida. 
Francisco saludó, divertido, a los dos caballeros, 
y entró. 
La Garde y Lescun, al quedarse solos, se miraron 
como dos idiotas, sin atreverse a reir... 
"| Ese era el tercer ladrón!—dijo Paulino. 
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EL MARIDO 
A M querido capitán, —dijo el mariscal Lescun, 
3 —vamos a seguir el consejo del rey... Vá- 
monos, no sea que nos dé un reuma o una pul- 
- monía... 
 —Sí, tenemos encogido el corazón: ¡es imútil 
llamar en su auxilio al cerebro!... 
—En suma: que Su Majestad ha tomado el 
asunto por la parte alegre.., 
 —Hagamos lo que él, y no seamos más realistas 
que el rey. 
No; seamos filósofos,-—dijo el mariscal. 
—Otras conquistas nos desquitarán de ésta. 
Y pasando su brazo bajo el de Paulino, el maris- 
Cal le empujó hacia adelante. 
—¿Adónde vamos ?—preguntó el Ladrón de Cora- 
zones. 
—Os voy a llevar a alguna hostería de las que 
hay en los Terreaux, y allí comeremos tripas a la 
 lyonesa, rociadas con buen vino de Beaujolais. 
—|Vaya por la hostería! 
= —Sé de una que está admirablemente servida; 
allí estuve el año pasado con Bonnivet... ¡A 
Propósito, ahora podéis contarme algo de vuestro 
Viaje a Andorra; según dicen tuvisteis allí algu- 
Mas aventuras de cuidado!... 
"——Es cierto. El almirante y yo caímos en un 
lazo que nos tendió el duque Medina de Tormes... 
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