Full text: Los amores de Francisco I.° y de la Gioconda

Después de un gran banquete siguieron varias 
diversiones, un torneo en Bellecourt y batalla de 
naranjas en el Ródano y Saona. 
Se representaron, además, autos sacramentales 
en casi todas las plazas y encrucijadas, y el vino 
corría en fuentes públicas, donde bebía quien 
quería. Para la noche, estaban anunciadas gran- 
des iluminaciones... 
Pero no todos los lyoneses habían ido a presen- 
ciar el solemne cortejo real. 
Entre los que se abstuvieron de acudir a la 
fiesta estaba incluído maese Chaplotín, alguacil 
de la senescalía de Lyon. No porque Chaplotín 
fuese hostil a los Valois, sino porque nuestro 
alguacil, algo jorobado, un poquito cojo, bizco, 
calvo, y, por la gracia de su mujer y de un 
arquero del Preboste, horriblemente celoso, no le 
agradaba el elemento militar. 
Nuestro hombre se encontraba más a su gusto 
no asistiendo a la fiesta, pues tenía varios nego- 
cios que hacer en la calle. 
A. él fué a quien se le encargó el alquiler de 
la habitación amueblada para Mona Lisa. 
Su calidad de propietario le valió a maese 
Chaplotín, en el mismo día de la entrada del rey, 
la ocasión de recibir la visita de dos particulares: 
el uno era un hombrón, el otro más pequeñito, 
pero ambos se parecían, por tener casi igual barba, 
la misma calvicie, el mismo vientre voluminoso, 
y casi idéntica indumentaria. 
Maese Chaplotín,—dijo el más corpulento, -— 
se nos acaba de decir que tenéis habitaciones 
amuebladas para alquilar. 
No os han engañado, señores: me queda, en 
efecto, un local en el segundo piso, pues el pri- 
mero me lo han alquilado hace unos días para 
una dama, muy bonita por cierto, que viene con 
el pintor Leonardo da Vinci. 
324
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.