XII
¡POR EL REY! E
[e seraezanro, Paulino de la Garde y Didier,
corriendo sin cesar, habían llegado frente al:
hotel de Leonardo da Vinci.
Una ventana de la galería, brillantemente ilumis
nada, estaba entreabierta, y desde allí oyó Pau-:
lino la voz del rey, cuya silueta se distinguía al:
través de las cortinas. dd
¡Está vivo, Didier!... ¡al fin respiro! po
Ambos estaban aún en el jardín. Llamaron,
y penetraron en la casa, cuya puerta les abrió:
un criado, 9
De repente se oyó en el silencio de la noche,
y fuera de la casa, un grito desgarrador. Sólo”
Paulino y Didier lo oyeron. Á
Al mismo tiempo se oyó un ruido de paso
¡Ellos son!—dijo el capitán.—Ese debe
el grito de algún arquero al que han matado.
-—| Mirad, señor!—gritó Didier. y
El jardín acababa de ser invadido por una verd
dera tropa: una docena de individuos, según
verídica indicación de la señora Toussaint.
El escudero observó:
—Esos hombres traen armas de furro. El rey
está a la merced de un arcabuzazo... ¡Si tiran por”
la galería de cristales, el rey está perdido! ke
¡ Adiós, Didier!—dijo el Ladrón de Corazont:
abrazando a su escudero.
--¿Adónde vais, señor ? A
-JA salvar a Su Majestad, si Dios quiere!
Rápidamente Paulino marchó al vestíbulo, 4
donde descolgó la capa real de rica tela forrad
de armiños, se envolvió en ella, y se cubrió con
sombrero del rey. $
Muy resueltamente se dirigió hacia la sali
Lo que el Ladrón de Corazones había previsto!
se realizó inmediatamente.
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