con su campamento, su Estado Mayor y sus
tropas. .
Paulino pensó algún tiempo sobre qué plan adop-
taría, y al fin, con ese simpático gesto de des
preocupación que le era habitual, dijo:
¡Bah! Los acontecimientos me irán indicando
el plan a seguir.
Llamó a su escudero, el valiente Didier, al cual
había encontrado al regresar a Pavía, con gran
alegría de ambos.
Didier se acercó en seguida.
¡ Qué hay, señor?
Hay... ¡que nos vamos!
¡ Cuándo ?
In seguida.
Pero yo iba ahora a almorzar.
Ya almorzarás en el camino...
¡Oh!... ¡Un asado de pavipollo tan rico!...
tan doradito y crujiente... ¡con un olor!..
A caballo te sabrá lo mismo.
¡Quiá! mi capitán... ¡eso no! ¡El pavipollo
frío no sabe bien!-—exclamó el escudero, indignado
por aquel delito de lesa cocina.
Bueno, basta, amiguito: te voy a hacer callar
con una sola palabra: servicio del rey..,
¡No hay más que decir!...—suspiró Didier.
¡Pero es una lástima!
Ensilla en seguida los caballos, y dentro de
un cuarto de hora marchamos.
¡ Bien, señor!
Didier se retiró a enjaezar los caballos, y en
tanto el barón se paseaba a lo largo de su
tienda,
A lo lejos vió venir hacia él la prominente
estatura de Mérovic, y en seguida se le ocurrió
llevarle consigo en la arriesgada expedición que
iba a emprender,
El valeroso gigante valía por dos hombres:
no sería demasiado llevarle con él, pues se ¿La a
la ipnrevisto, al peligro quizá...
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