Volumnia se acercó más cada vez al soldado.
estoy conmovida
7 —¡Vaya, vayal—dijo el soldado;—¿te quie-
“res quedar conmigo, reina ?
No, no quiero... pero si te es lo mismo...
Hizo ademán de marcharse, pero el centinela
se acercó a ella y la sujetó... Se escapó ella de
“huevo, pues quería huir de sus manos...
l El arriesgado lancero la apretó más fuerte. Ella
Quería inducirle...
== —Yo sigo mi paseo. Venid conmigo, hermoso
Militar.
Se No es posible, preciosa; no puedo abandonar
mi puesto.
ll —No os van a robar en este mismo momento
2 lo que tanto guardáis en esa tienda...
La consigna es terminante y muy seria. | Si
abandono mi puesto, me ahorcan!
—¿Y quién diablos podría sorprenderos
—Cualquier oficial que pasase por aquí...
—Pues bien, entonces quedaos ahí, fiel soldado,
—dijo Volumnia riendo a tarcajadas.
. Dió algunos pasos atrás. El soldado tuvo un
- Instante de incertidumbre, pero al fin acercóse a
ella, y la cogió por el talle.
Volumnia se revolvió, crispada y con un rictus
diabólico.
En su mano derecha brillaba un puñal... Lo
hundió en el corazón del centinela, que cayó al
suelo como una masa, sin un grito.
En el mismo momento surgía Bartolomé junto
al asesino.
—¡Buen golpel—dijo en voz baja.
Avanzó prudentemente hacia la tienda, y miró
por entre las cortinas.
La religiosa oraba, vuelta de espaldas.
Andrea la Bella, acostada en su lecho, parecía
dormida.
El bandido sonrió como una hiena, y levan-