Full text: El capitán la Garde de Jarzac

EL CAPITAN LA GARDE DE JARZAC 
La columna volvió a ponerse en marcha, enviando, 
ántes de dividirse, sus canciones a los ecos del 
valle, : 
Encontraron a un aldeano, a un robusto montañés 
delfinés que se dirigía apresuradamente a Die. 
El Ladrón de Corazones detuvo a Búcefalo, dejando 
Que sus hombres se le adelantaran. 
Luego interpeló al aldeano, amablemente: 
—Ahora, dime una cosa, amigo: ¿has visto pasar 
4 un hombre a caballo que debe llevar una velocidad 
terrible, como el que huye de la justicia del rey? 
Y le hizo el retrato exacto de Medina de Tormes. 
El aldeano movió la cabeza. 
No, no había visto a aquel hombre, ni ayer, ni 
antes, 
—¿Podría ocultarse por estos contornos ?—pregun- 
tó el capitán. —¿Hay por aquí algún subterráneo? 
—Eso sí, hay uno... 
—¿En dónde? 
—En la ermita de San Graciano. 
“¿Está lejos? 
=A dos o tres leguas, siempre subiendo. 
—¿Por dónde iremos? 
—Por este camino, todo seguido, hasta llegar a un 
£rupo de cuatro corpulentas encinas que están a la 
Srecha. Darcis la vuelta a esas encinas. Una vere- 
“ita os llevará a San Graciano. 
Ya el Ladrón de Corazones picaba espuelas, escol- 
tado por Didier, hacia la columna que se había ade- 
antado, á 
Pronto alcanzaron 
ANSquenetes, 
—¡Terréo] l—gritó en seguida la Garde de Jarzac, 
—¿Mi capitán? 
ue se disperse la fuerza, como antes. Mi escu: 
dero Y yo observaremos el movimiento. Pú, Terréol, 
45 con tu gente a la ermita de San Graciano, en 
Onde quizá esté escondido Medina, 
a la caballería ligera y a los 
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