EL CAPITAN LA GARDE DE JARZAC
zar los Alpes por ese sitio; por otros puntos, lo
escarpado de las montañas los hace inaccesibles.
—He aquí una noticia de extremada gravedad, —
: E dijo el joven rey;—¿qué piensa de ella el Consejo?
EN En aquel momento, Paulino de la Garde se acercó
a la mesa del Consejo.
—Señor,—dijo,—suplico a Vuestra Majestad que
q
Ñ disculpe mi intervención...
|
4
—¿Qué hay, señor capitán?—preguntó el rey algo
secamente.
—Señor, conozcó muy bien los Alpes, y creo poder
pa. pue
comprometerme a indicaros un paso...
—¿Sabéis de alguno? AS
—AÁun no... MU
> KN
—¿Entonces?... 1h
—Pero encontraré uno. Us
—Por donde podrá pasar una cabra con su ca- AE.
brero.., 1
—Confío en hallar algo mejor, señor; además, un E
J Paso de esa naturaleza puede mejorarse con alguncs H
E trabajos... Lo 4
P
—¿Para que pase por él un ejército? Me parece
difícil, capitán.
—Sin embargo, con la ayuda de los dos mil qui-
nientos zapadores del señor gran maestre de arti-
lería...
—Os perdonaría vuestra intervención, capitán,—
dijo Francisco I,—si tuvieseis una idea, pero no
+ NO...
Me: —Mañana tendré esa idea, quizá... Permitidme
DN que vuelva a exponérosla, señor, en cuanto haya
tomado cuerpo. .
ere.
S pro
TV . —Consiento en ello, porque vuestra audacia me
—— Mspira confianza en vos. Os concedo dos días para j
Vuestros trabajos... Marchaos, capitán, y recordad
que acabáis casi de comprometeros, ante el rey y 0)
su Consejo, a hacer cruzar los Alpes al ejército
francés,
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