GEORGES SPITZMOLLER
Pero los franceses fueron vistos. Corrieron a
prevenir a Coloma.
—Dejadme—dijo—acabar esta raja de melón. Te-
nemos tiempo...
A aquella misma hora, Bayardoy»que no estaba
conforme con haberse molestado sin ningún pro-
vecho, se presentó en Villafranca, y se apoderó de
la aldea con los cien arqueros del señor d'Imber-
court,
Poco después, los franceses hacían irrupción en
el comedor del príncipe. Le dejaron acabar su melón,
pero se le llevaron prisionero, después de cargar
con un botín enorme compuesto de caballos, plata de
mesa, y oro y plata acuñados.
XIV
¡MARIGNAN1!
Al enterarse de la entrada de Francisco 1 en
Italia, el estupor entre los suizos fué enorme, así
como el de los soldados del Soberano Pontífice y
los de Maximiliano Sforza.
Este estupor se transformó pronto en pánico, y dió
lugar a proposiciones de paz.
—Gracias a vos, querido la Garde,—dijo el rey a
Paulino, —vamos a triunfar sin desenvainar la
espada.
—¡Séñor, casi lamento no tener ocasión de dar
unas cuantas buenas estocadas para servir a Vuestra
Majestad !
—¡Mil rayos! ¡el mismo pesar siente mi alma de
suerrero! Pero mi deber de rey es ahorrar la sangre
E mis soldados. Sin embargo, había soñado con
ganar en esta guerra mis espuelas de caballero, Pero,
¿quién sabe?... Aun no se ha firmado la paz.
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