ELXCAPERTAN LA:SGARDE DE-FARELAC
Y se rie con una risa ahogada, con una risa de
bruto satisfecho que hace correr un escalofrío por el
cuerpo de Herminia.
Un escalofrío, más de repugnancia que de temor,
porque, como ya sabemos, mademoiselle de Roque-
brune es valerosa y fuerte.
Pero el pensamiento de estar a merced de aquel
miserable la enloquece.
De repente, el raptor se detiene.
En un recodo de un corredor un hombre acaba des
erguirse ante él con una antorcha en la mano.
—¡Ah! ¡al fin te encuentro, Bartolomé!l-—dice
burlonamente el recién llegado..
—¡ Morales !—exclama el jefe con ira.—¿Con
qué derecho?...
—Todos somos iguales ante las mujeres; aquí no
hay jefes ni soldados... La paloma debía jugarse a
los dados. Tú has preferido reservártela. -¡No será
asi! ¡También yo la quiero, la quiero!
Herminia se estremeció de horror.
¿De modo que iba a ser la puesta que habían de
disputarse aquellos dos inmundos bribones?
—¡ Abuela l—pensó,—¿por qué no habré muerto
con vos?...
Al reto de Morales respondió Bartolomé el Tuerto
con un rugido feroz.
Sin soltar a la castellana, a la que estrechó aun
más en su odioso brazo, gritó:
—¿La quieres?
—Sluss
—¡Pues ven a cogerla !
—¡Oh! ¡no me harás retroceder! Sé que eres
capaz de todas las audacias y de todas las astucias,
dígalo la de huir en medio de la oscuridad gracias a
tu único ojo que ve a través de las tinieblas, como los
de los gatos... Sí, pero Morales vigilaba; también él
había reparado en la paloma... La- considera tierna
y sabrosa, y quiere saborearla..,
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