MEL CAPITAN LA GARDE DE JARZAC
Todo el cortejo corría ya hacia Antibes, en tanto
que el cochero de Herminia, gruñendo y renegando,
iba a Trayas a pedir ayuda.
El Engendro quiso seguirle. Él, furioso, le golpeó.
De todo aquel ruido, de todas aquellas blasfemias,
quedaba únicamente a la sazón un débil y doloroso
€co: el de los sollozos de Juan Noel, que perma-
hecía en el camino, después de recibir insultos y
latigazos... de Juan Noel abandonado y solo... com-
pletamente solo... de rodillas junto al cadáver de su
- Padre...