Full text: El capitán la Garde de Jarzac

TEL CAPITÁN LA GARDE DE JARZAC 
Mas a las que no enloquecen los terrores vanos, 
tienen esta calma, experimentan este deseo de aná- 
isis, esta necesidad de recordarlo todo para juz- 
garse mejor. 
El primer tribunal ante el que comparecen es el 
Constituido por ellas mismas. 
Esto hizo Paulino. 
Su vida no había sido larga, puesto que acababa 
de cumplir los veinte años; pero esta existencia esta- 
ba llena de hazañas caballerescas y de amorosas 
proezas. 
Las unas llevaban todas el sello del honor y de la 
Favura; las otras daban fe de una gran frivolidad... 
ero, para tranquilizarse respecto a este punto, el 
Ladrón de Corazones se aplicó las palabras del Evan- 
elio: 
—Le será perdonado mucho, porque ha amado 
Mucho... 
En aquellos momentos supremos, un amor, sobre 
todo, llenaba su alma de ternura. 
El que había iluminado, radiante, el alba de su 
—JUventud aventurera... 
-——Isolina, Cornelia, aquellas amigas de ayer, huían 
Ya lejos de su horizonte... en tanto que Herminia de 
Noquebrune seguía destacándose en él, ¡con tanta 
Melancolía a la sazón! 
Herminia... ! 
¡Todo había acabado! ¡ya no la vería más! 
Las lágrimas humedecieron sus párpados... 
- Las enjugó en seguida, porque necesitaba cum- 
blir serenamente un deber postrero: despedirse de su 
Yéy, que había sido para él un amigo más que un 
Mo, 
- El carcelero que vigilaba a Paulino en su cárcel 
Sa, por rara casualidad, un buen hombre. 
Se llamaba Pandolfo. 
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