Full text: El capitán la Garde de Jarzac

EL CAPITAN LA GARDE DE JARZAC 
De pronto se abre la portezuela, y Martínez, el 
hombre de confianza de Horacio, sale con una daga 
en la mano. 
El barón echa pie a tierra, preparándose a resistir 
la acometida. 
Pero las intenciones del mayordomo son menos 
heroicas: corre hacia los caballos, se sirve de su 
daga para cortar los tirantes de uno de ellos, salta 
sobre él, y huye, saludado por el Ladrón de Cora- 
zones con un irónico: 
—¡Feliz viaje! 
El corazón del capitán late violentamente... 
¡Una alegría infinita le inunda y le llena de un 
orgullo triunfante! 
¡Ha reconquistado a aquella a quien ama! 
Rápidamente, ata su caballo a la lanza, en el 
mismo sitio que ocupaba el que acaba de llevarse 
el mayordomo, y abre la portezuela, 
—¡Herminia!—exclama arrodillándose delante de 
su prometida. 
Pero ésta clava en él una mirada indiferente y 
triste. 
—¡Herminia !-—repite con más fuego aún,—¿no 
me reconocéis?... ¿No reconoréis a vuestro prome- 
tido, Paulino de la Garde de Jarzac?... 
El rostro de Herminia, frío e' impasible, como si 
a la joven la hipnotizase un sueño, pareció crisparse, 
y en sus pupilas fulguró un fugaz relámpago. 
Paulino le cogió las manos, que besó con delirio, 
y le dijo, con una voz baja de inflexiones profundas, 
acariciadora como un ruego y autoritaria como una 
orden: A 
—Herminia, expulsad de vuestro espíritu al mal- 
dito que ha abierto un abismo entre nosotros... que 
os ha hecho olvidar vuestro amor y vuestros jura- 
mentos... Ese hombre ha muerto... su voluntad no se 
impondrá ya a la vuestra. ¡Volved en vos, alma mía, 
y reconoced a vuestro prometido que os adora ! 
12 El capitán 353
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.