GFORGES SPITZMÚULLER
con dulzura—. Per atravesar una crisis pe-
nosa, caballero, y 15 r seros útil. Soy médi
Durante mucho tiempo me he consagrado al estudio
trabajo para curar el cuerpo, ¡y he visto cuántas
habría que curar también !...
suspiró d'Assig Y.
-—He vuelto al servicio—continuó Lusignan— porque,
habiendo sufrido horriblemente, necesitaba olvidar...
y en los campamentos dispone un nos tiempo
para pensar en el dolor y oír los lamentos le su pro-
plo corazón...
—Escuchad, caballero—, articuló el consejero brus-
camente—, vuestra simpatía me confunde, porque me
reconozco indier le ell: N " hablé q Q
reconozco indigno de ella... No me habiéis asl... oy
culpable... he faltado a mi deber... he desobed: cido al
!
Parlamento... he mentido...
Y después de desahogar su conciencia con esta con-
fesión, el joven magistrado prorrumpió en llanto.
Cuando estuvo un poco más tranquilo añadió:
¡Ya veis hasta qué punto merezco vuestro des-
precio, caballero!...
¡No tal! Poseéis toda mi estimación y toda mi
confianza. Para cer lo que hicisteis debíais tener
una razón poderosa... No se deben juzgar las acciones
de los hombres sin indulgencia y sin bondad. ¿Sabe
uno qué móvil secreto ha podido empujar a una cria-
tura hacia tal o cuál abismo?... ¿Sabe uno qué senti-
miento irrazonado o inconsciente le arrastraba?
—Yo lo sé—, interrumpió el consejero—, y no me
lo perdono... y es preciso que os lo declare, para ver-
gúenza mía, para castigarme.. ¡Yo no he amado jamás,
caballero... y de repente una mujer surge en mi vida...
una mujer cuya belleza y atractivos han dado al traste
n mí de rectitud y de lealtad!...
promesa a esa mujer, y por cumplir esta
romesa es por lo que he mentido al Parlamento,
134