GEORGES: SPILTZ MULLER
—Temen a los emisarios de
la Dieta tiene empeño en garantiza
replicó Eschenheim—, precis0
los dos candidatos, y
su independencia.
—¡Ah! ¡caballero—,
[ el rev de Francia y el de lspaña
es conlesar que y
luchan encarnizadamente por la le oído
decir que Francisco de N alois reparte el
galos a manos lenas, Cuantos tienen
victoria !...
ne y los 16
algo que ver con
algún elector imperial, parientes, aliados, amigos 0
servidores, están sobornados por los enviados del rey
de Francia.
¿Creéis, entonces, que triunfa
desconocido con cierta
No, y si ello ocurriera lo sentiría mucho.
En est Cads0,
?—preguntó el
inquietud.
puedo confesaros que también yo
triunfo del rey Carlos
deseó vivamente el
¡Mlero, ya no tengo ninguna razón
Entonces, cab:
para negarme a alquilaros. mi castillo. ¡Bei Gott!
¡tendré un placer en vera Eschenheim ocupado por
un leal amigo del futuro emperador, porque. »u Majes-
tad Católica lo será!
Permitidme ahora que
Medina, duque de Tormes y grande de España... muy
deseoso, por numerosas razones, de prestar a Su Majes-
tad Católica señalados servicios.
-—Comprendo, señor duque...
Instalado aquí, no llamaré la atención, y
me presente a vos: don
estare,
sin embargo, en medio de la lucha.
Medina de Tormes hablaba con fuego.
vehementes. Pero Rodolfo observó que la
staba casi inmóvil; cuando
le seguía, me-
Sus adema-
nes eran
mano izquierda'del duque e
el brazo hacía un movimiento, la mano
ciéndose como una cosa inerte; parecía pesada, cual
si fuera de hierro. Un guante de gamuza cubría
aquella mano, en tanto que la derecha estaba desnuda?
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1 Véase: La Marquesa Dolorosa.
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