Full text: La favorita

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Y pudo convencerse de que la señal partía de la 
atalaya de la ciudad. 
El alma tenebrosa de Tormes se inundó de alegría. 
Comprendía que había hallado una pista interesante, 
que tal vez diera juego. 
Y a su deseo de venganza se unía ahora un senti- 
miento no menos violento, no menos tenaz; el de su 
ambición jamás satisfecha. 
Tormes había ido a Francfort sin ninguna misión 
oficial. 
Expulsado de su país, de la corte, rechazado por 
su rey, viviendo aislado, pobre y miserable en Francia, 
jugó su última carta para poder instalarse en Alema- 
nia durante la Dieta, y tratar de representar allí un 
papel. 
En Alemania ignoraban su pasado. Gracias a su 
nombre y a su título de grande de España, era bien 
recibido en todas partes. Procuraría obtener, por cual- 
quier medio, algunos votos para su amo legítimo el 
rey Carlos. Éste sería seguramente el medio de volver 
a su gracia, de recobrar su posición. 
Si él, desdeñado, oscuro, desprestigiado, podía pre- 
sentar, al futuro emperador de Alemania, pruebas de 
la abnegación con que le había servido, ¿no se vería 
tanto más elevado cuanto más bajo había caído? ¿No 
ganaría todo lo que había perdido? 
El descubrimiento de una connivencia entre la ata- 
laya de Francfort y los malditos franceses del castillo 
de Eschenheim, le hizo presentir una intriga que le 
sería útil. 
Este fué el primer paso. 
Engolosinado, intrigado, Medina siguió indagando... 
Tuvo la certidumbre de que era Mathias Silber, el 
secretario del cardenal Alberto, el que todas las noches 
hablaba misteriosamente con Bonnivet. 
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