GEORGES SPITZMULLER
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que ello os complacería... Pero es un consejero del
' Parlamento de Tolosa el que ha sido gravemente insul-
' tado y molestado... ¡La injuria alcanza a toda la
magistratura! Por eso en este asunto hay algo más
que una simple querella.
| —¡Es verdad l—suspiró Francisca-—. Sin embargo,
¿no es posible atenuar los hechos?... ¿hacer un informe
menos severo?
7 ——Estad persuadida, señora, de que no pondré odio
ni rencor en la relación de los sucesos que habré de
hacer en el Consejo,
No lo dudo, caballero. Todo indica en vos un
hombre íntegro, leal y sincero... Pero apelo a vuestra
bondad para que evitéis a mi padre el resentimiento
p del Parlamento de Tolosa. Tened la seguridad de que
p él ignora el paso que doy. El conde Juan no teme a
nada ni a nadie... ¡Yo soy la que tiembla por éll.
1 El seno de la condesa se alzaba anhelante. La her-
V mosa criatura palpitaba de inquietud. Estaba allí, ante
Dassigny, suplicante, y cien veces más hermosa que
uunca en medio de aquella turbación semejante a esas
tempestades que incendian el cielo.
Ñ El consejero, joven, enamorado de todo lo que era
belleza y gracia, sentía que las palabras cálidas y vi-
brantes de la joven iban ablandando su corazón. Pare-
ció hacer un violento esfuerzo sobre sí mismo, y pro»
nunció al fin con voz grave:
-—Pues bien, señora: en prueba de agradecimiento
por lo que habéis hecho por nosotros, os prometo callar,
P en mi informe al Parlamento, los malos tratos que nos
ha infligido el conde de Foix...
—¡Oh! ¡gracias!
Las manos frías y finas de la condesa estrecharon
las de Dassigny, y manifestaron, en esta presión, toda
la gratitud, todo el consuelo que la joven experi-
mentaba.
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