Full text: Las habitaciones misteriosas

linternita eléctrica reflectora, una verdadera 
preciosidad. Su luz era blanca y fuerte como la 
del día. El asombro de Bengt aumentó al ver en 
poder de Krag una linterna así. 
—Revólver y linterna reflectora—dijo Bengt 
con sorna—. Sólo falta, para completar el equi- 
po, el carnet de policía, 
A la puerta estaba el trineo con dos caballos 
de primera. El conductor se paseaba sin cesar 
para entrar en calor. 
Krag se acercó a él, le dió una orden y le 
entregó una hoja de papel. 
—A Telégrafos, lo más rápidamente posible. 
Despierte al empleado para que ponga en el 
acto estos telegramas urgentes. 
El trineo salió escapado a la ciudad. 
Krag, el doctor y Bengt, acompañados de los 
portadores de las antorchas, se dirigieron al 
parque. Hacía un frío intensísimo, y la nieve 
crujía al pisarla. La luz de las antorchas pro- 
ducía entre los árboles un efecto fantástico. 
—Aquí fué—dijo de repente el cocinero con 
su voz de bajo profundo. 
Todos se detuvieron, y Andresen alumbraba 
con su antorcha uno de los árboles más próxi- 
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