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o
L regresar al castillo, Matilde
cil. ri
la mujer del viejo Surdon, me
dijo que su ama me esperaba en su
5 a
cuarto. Al entrar encontré servida una
delicada cena con champagne, que
no resultaba inútil porque no había-
] mos comido casi nada, ya que tenía-
mos que estar todo el tiempo repar-
tiendo abrazos o agradeciendo fe-
licitaciones.
La mesa estaba puesta en el toca-
dor. La puerta de la alcoba de Cor-
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