EL CORAZÓN SECUESTRADO
—-No me he resfriado, pero tengo
frío. ¿No encuentras que hace un
trío de nieve?
Creí que estaba bromeando, pues
el día había sido verdaderamente
caluroso para la estación, y en el to-
cador ardía un fuego de leña del cual
habría prescindido de buena gana.
—Como sabes que esta piel de
marta cebelina te sienta bien, haces
la coqueta. No seré yo quien me
queje, pero te vas a ahogar.
Ella me contestó tiritando y lla-
mando a Matilde para que echara
más leña en la chimenea.
Me puse triste, porque la creía
realmente enferma.
103