GASTÓN LEROUX
quería decir con su «conoces una
cámara nupcial más bella»?... ¿Y
por qué, después de decir esto, mi-
raba en torno, como si viese nuestra
alcoba por primera vez? ¿De qué
sueño acababa de despertar? No
tuve tiempo de preguntárselo. La
cabeza cayó de nuevo sobre la almo-
hada, sus párpados se cerraron, y se
quedó dormida, aquella vez, tran-
quila y naturalmente; sus labios ex-
halaban una respiración sana y regu-
lar, en medio de una sonrisa que hu-
biese tenido que encantarme, pero
que me hacía daño... porque, ¿a
quién sonreía?... ¿a quién?... No me
atrevía, en mi desordenada pasión,
160
ra