o rr
EL CORAZÓN SECUESTRADO
vo bien marcado; pero mi marcha
empezó a retrasarse cuando hube
dejado atrás los álamos, y pronto
tuve que vencer grandes dificultades
para seguir la orilla. Había desapa-
recido todo camino, y tuve que 1r
agarrándome a las ramas de los sau-
Ces, para no caerme ai agua.
El Andelle, que pasa por Vas-
coeuil, es un río modesto, que no es
posible emplear para llevar embar-
caciones a la sirga, y cuyas orillas no
son frecuentadas más que por alguno
que otro pescador que acude allí a
saborear las dichas de la soledad
entre los cañaverales.
Sin embargo, deslizábase aquella
27
ae y