GASTÓN LEROUX
otra persona, no la veía en ab-
soluto, a pesar de toda mi vo-
luntad concentrada y de toda mi
fe en tensión. ¡En aquel momento
habría dado todo lo que poseía
para que mi mirada hubiese
tenido la virtud de la de Pa-
trick, que con toda seguridad acari-
ciaba afectuosamente los contornos
divinos de la forma astral de Cor-
delia.
¡Oh! ¡aquellos ojos de carnero
degollado! ¡aquel aspecto tranquilo
y feliz, mientras yo me desesperaba
en la ventana!
¿Cómo tuve fuerzas para conte-
nerme? ¡Es que quería enterarme de
308